La abuela Concha
La Abuela Concha
La abuela Concha, una mujer bondadosa, entregada a
su familia, trabajadora, amable, con sentido del humor. Madre de 6 hijos y
abuela y bisabuela de un sinfín de nietos y biznietos. Creadora de una familia
extensa y unida que la recuerda en sus mejores momentos.
El día a día de la abuela consistía en:
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Aviar la casa
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Regar los geranios
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Comprar un par de pistolas
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Rellenar la despensa en casa de la Catalina (tienda del barrio)
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Hacer la comida. Especialidades: pollo asado, judías blancas, tortilla,
sanjacobos caseros…
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Ocuparse de sus nietos de los que se encargaba los fines de semana o
el verano y hacerles la vida más feliz sustituyendo las feas y viejas tazas del
desayuno por seductoras copas abandonadas en la alacena, o jugando a echar
pulsos tanto tradicionales como chinos.
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Tomar el fresco en la puerta de casa, jugar a las cartas y al
escondite (dar sin duelo que se ha muerto mi abuelo, dar sin reír, que se ha
muerto el alguacil, pegar un pellizquito en el culo y echar a volar)
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Quejarse de los gritos de sus nietos lamentándose de qué pensaría la
Paz (vecina).
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Comulgar con galletas mientras ve la misa en la Televisión.
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Preparar la estufa en invierno.
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Visitar a sus hijos y hermanos.
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Ver la telenovela.
Poco a poco y a medida que fue cumpliendo años esta
rutina fue cambiando hasta el punto de convertirse en una persona dependiente,
teniendo que abandonar su casa para vivir por temporadas en las de sus hijos.
En esta nueva situación y teniendo en cuenta que sus
capacidades fueron mermando, el día a día de la abuela cambió de manera
radical. Dejó de conocer cómo se realizaban ciertos platos, descuidó la higiene
personal, comenzó a tener olvidos, le cambió el humor, poco a poco dejó de
caminar e incluso de hablar. El deterioro fue rápido e imparable, no obstante
también conservamos muy buenos recuerdos y anécdotas de esta etapa de nuestras
vidas.
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Velo, rosario y oraciones: la abuela solía rezar a menudo el rosario. En una
ocasión, cogió un trapo de la cocina y se lo puso en la cabeza a modo de velo.
Además, coincidiendo con un evento religioso y teniendo la necesidad de tener
por escrito varias oraciones, ella las recitaba de carrerilla mientras las
apuntábamos en un papel. Si nos perdíamos en la copia debíamos empezar desde el
principio.
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Voces de la tele: en muchas ocasiones contestaba a las voces de la TV creyendo que se
dirigían a ella. El caso de un concurso en el cual reciben una llamada donde no
contesta nadie: “¿Diga?, ¿Hola?, ¿Hay alguien?”; A lo que ella contesta “Que sí
pesada, que estoy aquí”
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Me han robado el bolsillo los pendientes y llave: de manera continua la abuela tenía obsesión con la
pérdida del bolsillo (monedero), sus pendientes y la llave de su casa, a pesar
de recordarle continuamente que estaban guardados porque no los necesitaba.
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Se ha nublado: en una ocasión, mirando por la ventana de la cocina la cual tiene un
cristal traslúcido dijo: “parece que hoy está nublo”
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¡Bautista!: este es el nombre de su difunto marido, el cual confundía con su
hijo, y cada vez que éste entraba por la puerta le llamaba por ese nombre.
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Cuántos años tienes: al preguntar a la abuela por su edad, dependiendo del momento
contestaba una diferente. 80, 50, 40… en una de las ocasiones al formularle la
pregunta contestó: “tengo 20 años, y estoy a punto de casarme con mi novio
Bautista”
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¿Cómo me llamo? ¿Me quieres?: a pesar de apenas ya reconocer a las personas
allegadas, no cesábamos en el intento. “¿Abuela, quién soy? ¿cómo me llamo?
¿pero me quieres?” a lo que ella contestaba: “hija no sé cómo te llamas, lo
único que sé es que te quiero”
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Vamos al paseo que empieza el baile: de manera puntual intentaba convencernos de salir
de casa al paseo del pueblo, ya que estábamos en fiestas y nos íbamos a perder
el baile.
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Mameluca: hubo una ocasión en la que después de relatar un discurso apenas
entendible terminó diciendo “eres una mameluca”. Ante tal palabra decidimos
buscar en la enciclopedia su significado y nos encontramos con que significa
“prostituta”.
La abuela Concha nunca fue diagnosticada de
Alzheimer ni de ningún tipo de demencia, no obstante, echando la vista atrás
localizo mucha sintomatología que podría cuadrar con los criterios de Demencias
y en concreto con la Enfermedad de Alzheimer. Desorientación, pérdida de
memoria, cambios en el temperamento y la personalidad, pérdida de capacidades
cognitivas, degeneración generalizada…
A pesar de ser un final triste e inmerso en la
dependencia y la enfermedad toda la familia recordamos a la abuela Concha con
una sonrisa en la boca.
Si señores, esa era la Abuela Concha!
ResponderEliminarUna gran mujer querida y admirada por muchos.
Te echamos de menos!!
Muy buena entrada Clara!
Clara, muy bonitos los recuerdos que has escrito.
ResponderEliminarEn general, todos guardamos muy buenos recuerdos de nuestras abuelas y abuelos.
Gracias por compartirlo.
Yo: - Abuela...
ResponderEliminarAbuela: - Abueeeeeeeeeeeela...
Yo: - Siempre nos acordaremos de tu chiste... "¡A la sombra del perejil!"
¡Nos tomaremos una gelatinita de fresa en tu honor!
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo y vuestras visitas.
ResponderEliminarMe alegra mucho que os haya gustado y espero que sigais visitando el Blog.
Clara es precioso....
ResponderEliminarme ha encantado, sigue así!
Nos vemos por el pueblo
Un besito.