Emociones del cuidador: Serenidad
La serenidad al igual que la paciencia es una emoción por la
que muchos pagarían. Un valor personal que aporta paz y permite que reine la
razón en nuestros pensamientos y decisiones repeliendo la emocionalidad, la
cual muchas veces lo perturba y hace que erremos en nuestros actos.
Cuando abundan emociones positivas, generará optimismo en mis
pensamientos y estos a su vez influirán en mis actos, que irán probablemente
encaminados hacia el crecimiento y la mejora.
Los cuidadores, debido a su situación personal o laboral,
dependiendo de si son cuidadores formales o informales, encontrarán en su día a
día sentimientos y situaciones que alimentarán emociones negativas. Estas
emociones sin la ayuda de la serenidad, predisponen hacia el pesimismo y
negatividad, merman el estado de ánimo y producen nerviosismo, angustia y
ansiedad.
La serenidad aporta un ¡alto!, permite abstraerse y observar
la situación desde fuera. Deja que nos quitemos las gafas de la negatividad por
un momento para pensar con claridad y así poder tomar las mejores decisiones.
Esta tarea no es nada fácil, las emociones negativas
incapacitan mucho a las personas y hacer ese parón supone mucho esfuerzo, pero
es posible. Basta con tomarse un momento, gestionarlo para tener el tiempo
necesario y pensar. Definir emociones, actos y responsabilidades. Describir
todas ellas y separarlas. Prestar la debida atención a las emociones, pero
siempre fuera de las responsabilidades, para que no influyan negativamente.
Dedicarles un tiempo para comprenderlas y conocer su fuerza y procedencia y una
vez hecho eso, aparcarlas por un momento para dedicarnos sin influencias a la
tarea del cuidado.
Un trabajo personal que puede requerir la ayuda u orientación
de un psicólogo. No dudéis en recurrir a uno para obtener una de las emociones
más preciadas. La serenidad.
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