Cualquier tiempo pasado fue peor
Cualquier
tiempo pasado fue peor
El optimismo es una de las cualidades que hacen a las
personas más resistentes a los síntomas ansiosos y depresivos.
Desafortunadamente es algo que no se enseña, y que si se adquiere, es de manera
espontánea o por imitación hacia otras personas que lo han desarrollado y que
tenemos a nuestro alrededor.
A menudo, con la llegada de ciertas enfermedades asociadas a
la edad y al crearse cierta dependencia,
algunas personas pierden la capacidad de encontrar las ganas de vivir, de
seguir aprendiendo, de seguir experimentando emociones y sensaciones. Se crea
un ficticio punto y final que choca directamente con la vida y el paso de los
días. Este choque produce ansiedad, tristeza y desesperanza.
Está ampliamente demostrado que la actitud con que se
enfrente un suceso traumático o una enfermedad influye en su desarrollo y
superación. Si mis interpretaciones de la situación vivida o pendiente de vivir
son positivas y optimistas, y lo afronto con fuerza, ganas y afán de
superación, el problema que abordo será resuelto con mayor probabilidad y
rapidez.
Las personas que se enfrentan a la vejez (ya sea más o menos
patológica) desde el optimismo, y toman esta etapa de la vida como una más en
la que seguir creciendo y viviendo podrán tomar como propia la frase del título
de este post.
“Cualquier tiempo pasado fue peor” pretende inculcar
optimismo en las personas que la tomen como propia. Que aquellas que se atrevan
a decirlo tomen conciencia de lo bueno del paso de los años, de la cantidad de
cosas que te enseña la vida y del beneficio de poder envejecer para seguir
viviendo.
Que nunca es tarde y que siempre debemos estar dispuestos a
aprender, conocer y disfrutar, sea cual sea nuestra edad.
Aquí una muestra de que se puede disfrutar a cualquier edad:
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